Enseñar lo que sabe a otros que saben menos y que la organización necesita que aprendanDado que el conocimiento se encuentra por lo general en el interior de las organizaciones (de otra manera estas no existirían), resulta lógico que una de las prioridades de cualquier directivo sea preocuparse por sacar rendimiento a este activo transfiriéndolo desde aquellos que lo tienen hacia quienes lo necesitan, pasando de ser una propiedad individual para convertirse en propiedad colectiva. Ahora bien, la teoría es siempre mucho más simple que la realidad.
Años atrás, un cliente nos confesaba el fracaso de una iniciativa cuyo objetivo era que sus expertos pusieran por escrito lo que sabían con objeto de transferirlo a sus colegas más noveles. Y es que los expertos no saben lo que saben y tampoco saben cómo hacer que otros aprendan lo que ellos saben. Si aprender es importante, entonces ser capaz de enseñar lo que se sabe es una habilidad fundamental. Pero claro, no puedes enseñar si no sabes cómo se aprende y cómo funciona el cerebro.
Un experto lo es por su vasto conocimiento en su ámbito de especialidad pero no en procesos de aprendizaje. ¿Cómo se enseña? Hay una regla que nunca falla: cuanto más habla el profesor, menos aprenden sus alumnos. Por esa misma razón, la equivocación más habitual consiste en considerar que enseñar es sinónimo de transmitir información. Si la pregunta es qué necesitan saber, la respuesta son siempre contenidos; pero si la pregunta es qué necesitan hacer, entonces la respuesta son siempre tareas y actividades. Por tanto, la clave es decidir:
- Qué quieres enseñar (en base a oportunidades de mejora)
- Cómo quieres hacerlo (cuál es la mejor manera de que el alumno aprenda lo que le queremos enseñar)
- Por qué (cuál es el problema que queremos corregir, cuáles son los errores detectados que te hagan pensar que eso es lo que deben aprender)
En el aprendizaje (al igual que en la gastronomía), menos es más. No tiene sentido abrumar a quien necesita aprender con toneladas de contenidos sino ofrecerle lo más pertinente (colocarlo en situaciones reales similares a sus tareas diarias) y sólo cuando necesite apoyo, y siempre a petición suya, ofrecerle la posibilidad de acceder a todo tipo de recursos de aprendizaje.
Autor: Javier Martínez Aldanondo - Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria (Extracto de artículo)
Twitter: @javitomar
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