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El rescate del Kursk - Documental Discovery Channel
El K-141 Kursk fue un submarino nuclear de la Armada de Rusia, perdido con toda su tripulación en una tragedia ocurrida en el Mar de Barents el 12 de agosto de 2000.
Le fue puesto el nombre de la ciudad rusa Kursk, donde ocurrió la batalla de tanques más grande de la historia, la Batalla de Kursk (1943). El submarino fue construido para la armada rusa.
La incertidumbre continúa rodeando a esta marina tumba colectiva. Resuelta ya la incógnita sobre que fue lo que precipitó la catástrofe del submarino -una explosión interna de torpedos-, el misterio vuelve a rodear su rescate. La opacidad parece ser el lenguaje que mejor habla el gobierno de Putin. Septiembre es el mes clave. Supuestamente las tareas de rescate que comenzaron el 12 de julio darán sus frutos dos meses más tarde: entre el 15 y el 20 de septiembre. Entre medias un amargo aniversario, el 12 de agosto.
Para conocer su historia y la tragedia: "AQUÍ"
6 de agosto de 2000
Lo siento, querida, hacía ya unos días que no escribía en este diario que me hiciste prometer que te entregaría a mi vuelta para saber si te seguiría queriendo a cien pies bajo el agua. He estado muy ocupado, algunos compañeros han estado indispuestos por problemas intestinales y he tenido que triplicar mis turnos. Ya son cuarenta y siete días los que estamos sobreviviendo en el mar de Barents. Esto es mucho más duro de lo que parece, algunos empiezan a tener miedo.
Perdona las manchas de tinta, cielo, estoy muy cansado y a veces la mano no me responde. Descansar por las noches es un auténtico reto entre el calor y el ruido de las máquinas que no cesa nunca. Las luces se han apagado ahora mismo y escribo sin apenas ver, espero que se entienda.
Todos están durmiendo, todos menos yo. No puedo dormir, sólo pienso en ti. No quiero dormir mientras te tenga en mi cabeza, pues es lo más cerca que estoy de tu suave cabello desde que partimos. Ya estaría sumido en la locura si no tuviera tu foto en un cajón y la pudiera ver cada vez que mis fuerzas desfallecen. Aunque el Kursk sea ahora mi hogar, me cuesta respirar navegando a tantos kilómetros debajo de nuestra cama.
Sí, gran parte del tiempo estoy triste, menos cuando me inmerso con el corazón en este gran submarino y absorbo su fuerza. Cuánto me gustaría poder enseñarte esta pequeña ciudad de hierro. Con esto, mi amor, podemos conquistarlo todo desde las profundidades, no hay nada que temer, nadie puede hacernos frente. Somos dioses del mar.
Cierro la tapa del diario por esta noche, debo descansar, mañana será un día duro. Prometo que a mi vuelta prepararemos juntos esos pasteles de chocolate y fresa que tanto te gustan. Te quiero tanto… Nos veremos pronto.
Larga vida Madre Rusia.
* * *
-Oye, ¿te importaría dejar de hacer ruidos? Intento descansar –dijo el tripulante de la litera de abajo-.
-¡Oh! Lo siento, camarada. Buenas noches –dijo mientras apoyaba su cabeza en el incómodo cojín y cerraba los ojos-.
-Sí, sí, buenas noches –respondió el otro tripulante con tono vago y pesado que hacía muestra de su sueño-.
Aún había muchos hombres trabajando, haciendo el turno de noche. Para él, era la primera noche que podía descansar desde hacía unos días.
De pronto, se oyó la primera explosión, los primeros gritos.
12 de agosto de 2000
Buenas noches, cariño. Espero que hayas tenido un buen día allí arriba.
Yo… No sé cómo decírtelo. No hay palabras para describir esta situación, para explicar todo el peso que siento en el pecho en estos momentos. Ya han pasado seis días desde que se escuchó la primera explosión en la cámara de los torpedos. No sabemos que originó esa primera explosión, pero pienso que fue un error nuestro. Me niego a creer que otro submarino nos haya podido hacer caer. No, eso nunca, somos los más grandes. Somos dioses del mar.
Después de la primera explosión, se escucharon unas cuantas más. Todos empezaron a gritar mientras corrían de un lado a otro sin sentido alguno.
Todo se empezó a inundar en cuestión de minutos y… No lo podíamos creer, de repente la sangre empezó a nadar por la superficie del agua que llenaba los compartimientos. Vi un brazo flotando. Fuego y agua, y todo empezó a nublarse.
Unos pocos huimos tan rápido como pudimos a la parte más alta de popa, donde el agua aún no llegaba. Son seis días lo que hemos resistido, con la esperanza de que vinieran a rescatarnos, pero al parecer, el mar de Barents es tan frío que ha congelado sus almas.
Ahora el agua casi nos cubre el pecho. Me vas a tener que perdonar, mi amor, pero no creo que pueda volver a verte. Todos tienen miedo y rezan sin cesar, esperando que algún Dios ampare sus almas. Pero yo no, yo no tiemblo y tampoco rezo. Sí, aún me quedan mi honor y mi valor. ¡Por Dios! Es lo único que me queda, aparte de este diario. Tu foto se quedó en mi camarote, llevo maldiciendo que se me olvidara los seis días que estamos atrapados.
Pronto os daréis cuenta de que no llegan señales del Kursk, supongo que no os mentirán mucho acerca de lo que ha pasado. Si lees esto, quiero que tengas presente que no tuve miedo. Luché por mi patria hasta el final. Este es el final, así que en unos momentos ya no tendré que luchar más.
Lamento no poder volver a ver el cielo, ya no recuerdo su color.
Bueno, esto es una despedida. Nos veremos en la otra vida. Sé feliz durante mi ausencia. Lo siento, no podré ayudarte a preparar los pasteles de chocolate y fresa que tanto te gustan. Prométeme que comerás alguno en mi honor. Te quiero y te querré eternamente.
Hoy los peces están de suerte, no todos los días se ve morir a un Dios.
Larga vida Madre Rusia.
* * *
El agua casi les llegaba a la barbilla.
-Camaradas, ha sido un placer –dijo uno de los marineros atrapados intentando sacar fuerzas de las frías lágrimas-, dentro de poco nos veremos en el cielo.
-Cielo, infierno… Qué importa –dijo sin destello alguno de miedo en sus ojos- Lo que sé es que he luchado hasta el final por mi patria. Me enorgullezco de saber que la frase "hasta la muerte" se ha cumplido.
-¡Sí, somos héroes. Lo seremos toda la eternidad! –gritó otro de los marineros atrapados-.
No, no soy un héroe, soy un guerrero –dijo con el mismo tono de seguridad-. No quiero ir a ese cielo al que van los héroes, quiero ir al mismo cielo que ella.
-A mi no me importa que tú… -fueron las últimas palabras que se oyeron, pues el agua les cubrió completamente la cabeza-.
Él se vio atrapado, acorralado con toda su bravura y su valor. Negándose a aceptar la derrota, sacó la boca y la nariz por el estrecho hueco que había entre el agua y el techo, y con los últimos fuegos de su coraje, pronunció con fuerza y determinación lo que fueron sus últimas palabras.
-¡Larga vida Madre Rusia! –y se hizo el silencio-.
El agua ya estaba tocando el techo, y todos estaban apurando los restos del último aire de sus pulmones. Él pudo contemplar, durante sus últimos instantes, a un grupo de marineros vencidos, con los rostros llenos de pavor, y cómo todos cerraban los ojos para no ver morir uno por uno a sus compañeros.
Abrió los ojos más que nunca al darse cuenta de que malgastó su último aliento, sus últimas palabras en evocar a una patria que lo único que había hecho era distanciarle de su amada para siempre. Dedicó sus últimos esfuerzos en recordar aquella canción que tanto le gustaba y la que fue testigo de su primer beso. Su mente perdía la poca vitalidad que le quedaba y, mientras fracasaba en sus intentos de recordar la canción, pudo sentir cómo su vida desvanecía. Cerró los ojos y le pidió perdón por no dedicarle la última luz de su voz. "Larga vida a tu sonrisa". Pidió perdón una vez más.
Autor: Jack-Draven, Jan 10, 2010, 2:58:24 PM
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sanchezjl
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