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El loco de la oficina

Se encontraba en su despacho acabando el trabajo, era una fría noche de 5 de noviembre, se había ido la gente a casa después de un largo día de trabajo y él se quedó haciendo horas extras. Se llamaba Pedro Robles. Era listo y trabajador, tenía el pelo negro y ojos marrones, era la clase de persona que siempre iba haciendo favores a la gente sin esperar nada a cambio. Estuvo trabajando hasta las 3:00 AM y se dispuso a irse a casa; pero escuchó un ruido...

-¿Quién anda ahí? - dijo esperando una respuesta

Pero no la obtuvo. Aguantó unos segundos en silencio mirando la puerta del despacho esperando que girara el pomo y se abriera, pero... no pasó nada.

Abrió la puerta y mirando a un lado y al otro se dispuso a salir, cogió sus cosas y se dirigió por el pasillo a la escalera. Bajando las escaleras empezó a escuchar sonidos intermitentes, como de algún metal golpeando la mesa, se dio la vuelta y se dispuso a subir.

- ¿Quién anda ahí? - dijo con temor mientras subía un peldaño de las escaleras


El sonido cesó.
Durante algunos segundos estuvo en silencio en la escalera con temor de asomarse al pasillo, esperó que sucediera algo que le hiciera volver al despacho o salir corriendo hacia la salida más cercana, pero no ocurrió nada y acabó por descender la escalera que llevaba al primer piso. Ya pensaba en llegar a su casa y acostarse en su cama y olvidar estas tonterías. Pero cuando ya estaba en la puerta que daba a la calle empezó a sonar el mismo sonido proveniente del piso superior; era como si le dieran martillazos, le retumbaba en la cabeza y esperaba que se acabara. Quería subir y ver que era ese ruido incesante pero pensó que era cosa del cansancio y salió a la calle cerrando la puerta tras de sí.

Recorrió el camino de vuelta a casa suponiendo que eran imaginaciones suyas y que nada de eso había ocurrido. El vivía a dos manzanas del trabajo en una pequeña casa situada a las afueras, era un barrio tranquilo en el que nunca pasaba nada. Tardó menos de 5 minutos en llegar a su casa y ya se había olvidado de toda idea absurda. Entró por la puerta, dejó el abrigo en una silla que había en la entrada y se fue a su habitación, se desvistió dejando la ropa en el armario y se acostó en la cama dispuesto a dormir.

Ya había cerrado los ojos cuando empezó a escuchar de nuevo ese agobiante sonido

- Todo está en mi cabeza.- Se repetía una y otra vez


Pero el sonido no cesaba. Se levantó de la cama de un salto, corrió hacia la puerta y la abrió todo lo rápido que pudo y... nada, no había nada, hasta había parado el sonido, se quedó pensativo mirando la oscuridad hasta que se cansó y sin dejar de mirar el pasillo cerró la puerta, pero al darse la vuelta se encontró con una figura espectral vestida de negro y encapuchada de tal modo que no se le distinguía la cara.

Pedro se quedó mirando inmóvil esa silueta como si de algún truco barato se tratara, de algún amigo que le quisiera gastar una broma, pero por otra parte estaba aterrorizado pensando en lo que podía pasar. Empezó a acercarse lentamente como si estuviera flotando, pero el traje no le dejaba ver los pies. De pronto, el extraño sonido volvió y entonces se percató que eran campanas, un tintineo de campanas.

Al fin Pedro reaccionó, abrió la puerta y salió corriendo a la calle esperando que hubiera sido su imaginación pero tras darse la vuelta vio que ese "ser" le perseguía, empezó a correr por la calle gritando de tal forma que la gente salió de sus casas preocupados por ver lo que ocurría. Pero sólo veían a un tío medio desnudo gritando por la calle "me persigue la muerte". Un vecino llamó a la policía. Cuando llegaron, Pedro estaba tirado, balbuceando y la gente hablando a voces.

-Este hombre no está bien - decía algún curioso

-Llevárselo de aquí queremos dormir - decía otro vecino

La policía puso orden y se llevó al alborotador a comisaría. Después de algún juicio se llegó a la conclusión de que estaba loco y lo metieron en un psiquiátrico en el que pasó hasta el fin de sus días, afirmando que veía la muerte en cada esquina a oscuras seguida de campanas. Se le recordó mucho tiempo por el pueblo como "El loco de la oficina".
Publicado en: La coctelera - Historias cortas

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