El rendimiento de toda persona está sujeto a ciertas oscilaciones durante el día que aparecerán según un ritmo natural, influidas por los hábitos alimentarios y otras características personales que lo que generan es la aparición de la fatiga.
Conocer tu curva de trabajo te ayudará a distribuirte las tareas para que saques el máximo rendimiento posible. Te servirá para que sepas el periodo de máximo rendimiento y así te podrás organizar las tareas según los criterios del ABC (estudiados en la anterior lección) teniendo en cuenta tus momentos de máximo rendimiento.
Sin embargo podemos dar unas pautas generales de cómo funciona la curva del rendimiento:
- El nivel más alto de rendimiento se alcanza por la mañana. Este nivel no se volverá a alcanzar más durante el día.
- Por la tarde (después de comer) aparecerá el conocido bajón de media tarde, que será combatido por algunas personas a base del consumo de café cargado, con lo cual sólo se lograría alargarlo.
- Tras una nueva subida media a últimas horas de la tarde, la curva de rendimiento cae de forma continua, para alcanzar el punto más bajo unas horas después de medianoche.
- Es importante tener en cuenta que cuando abandonamos nuestro punto máximo de concentración, tardamos unos 40 minutos en alcanzar de nuevo la abstracción.
Todos tenemos momentos del día en que nos sentimos más y productivos.
Es importante que usted conozca cuál es su ritmo diario, para que pueda planear la solución de las tareas más complicadas y difíciles (OBLIGACIONES TIPO A) por la mañana, durante su periodo de máximo rendimiento.
Durante su conocido periodo de rendimiento mínimo (por la tarde) no debería trabajar en contra de su ritmo biológico sino intentar distraerse y dedicar esta fase a los contactos sociales y ocupaciones rutinarias (OBLIGACIONES TIPO C).
Durante el alza de la curva de rendimiento en las últimas horas de la tarde se puede dedicar nuevamente a actividades importantes (OBLIGACIONES TIPO B).
Si mediante una organización del día en base a la curva de rendimiento, utiliza las leyes naturales de su organismo, aumentará de forma importante su productividad sin tomar grandes medidas o hacer grandes variaciones.
La realización de una tarea complicada y difícil, que precisa de mucha concentración, resulta mucho más fácil por la mañana que durante el periodo de rendimiento mínimo. Cuando uno debe esforzarse dos y hasta tres veces más. Sin lugar a dudas, trabajar largo tiempo e intensamente es contraproducente, ya que disminuye la concentración y la capacidad de rendimiento, produciéndos errores.
Haga pausas. No considerándolas como una pérdida de tiempo, sino como una recarga de energía. Investigaciones médicas relativas a este tema dieron como resultado que el mejor valor de recuperación se alcanza tras una hora de trabajo. La pausa sólo debería durar 10 minutos ya que el efecto óptimo se consigue durante los 10 primeros minutos y después aparece una tendencia a la disminución.
Por lo tanto, debería incluir pausas regulares pero cortas en su plan del día. El efecto regenerador de la pausa puede ser aumentado considerablemente si usted se preocupa de moverse y respirar aire fresco.
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