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Evita instalarte en la cultura del retraso


A veces hay que dejar tareas clave para mañana cuando vemos que las circunstancias, el momento o las condiciones son malas para hacer esa tarea tan importante. Dicho de otro modo: si la hago ahora, me va a salir mal

En bastantes ocasiones empezamos el día diciendo «hoy tengo que hacer esto» cuando en realidad deberíamos decir «hoy tengo que hacer esto… que no hice ayer». Dejar cosas para mañana es natural. Y, visto con cierta perspectiva, tampoco es un drama.
¿Alguna vez has medido el efecto de retrasar una tarea para mañana? No hablo de la procrastinación, sino del sencillo y habitual gesto de «mejor lo hago mañana». Muchas veces no somos conscientes del precio que hoy se cobran las tareas de ayer. Un precio en forma de la energía, tiempo y más cosas
El problema sobreviene cuando esas tareas son de cierta magnitud e impacto. O cuando retrasamos las cosas por sistema. Porque el retraso de ciertas tareas provoca un efecto dominó en otras de mañana o pasado. Tal vez mucho más importantes.

  • Dejar tareas pequeñas para mañana no es un drama. Posponer tareas clave cambia la película por completo.
  • Dejar cosas para mañana de forma puntual siempre tiene peligro. Pues crea un precedente y puede llegar a convertirse en hábito.


Si retrasas cosas hoy, mañana:
  1. Harás menos cosas
  2. Te irás más tarde a casa
  3. O las dos cosas a la vez
Pero los retrasos son inherentes al trabajo diario. No siempre se puede cumplir con el plan previsto. A veces porque calculamos mal el tiempo que nos lleva algo. A veces por que ocurren imprevistos o incluso urgencias. Otras veces porque dependemos de otros y no está en nuestra mano terminar algo previsto para hoy…

Hay que entender que no siempre se puede cumplir el plan previsto. Pero siempre hay que cumplir con una parte (esencial) del plan previsto. Si hay que retrasar cosas, que no sean aquéllas que forman parte de la columna vertebral de tu día y tu trabajo. Porque, ahí, es donde están los resultados de verdad.

Y muchas veces hacemos justo lo contrario:
Hacemos primero las actividades ligeras, las rutinas que repetimos con los ojos cerrados, y por inercia vamos arrinconando las tareas importantes planificadas para el día.

La mejor forma de asegurar que no vamos a retrasar tareas clave para mañana, es empezar el día haciéndolas. Enfocado a ellas porque ellas dan sentido al plan de hoy. Y si luego el día se complica, y te ves obligado a retrasar cosas, podrás posponer las más pequeñas y menos relevantes.

Somos humanos y el trabajo siempre termina por complicarse. A veces los retrasos son inevitables. Pero no por eso hay que aceptarlos sumisamente hasta convertirlos en hábito. El foco de hoy, siempre tiene que estar en el hoy.
Autor: Berto Pena (extracto de artículo)
Publicado en: ThinkWasabi

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