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Empresas que matan


Es un hecho, así como existen organizaciones que aprenden hay organizaciones que matan. Es un término rudo y poco académico, pero ofrece al lector una versión directa y sin censura de lo que algunas empresas son capaces de hacer, administrativamente hablando.
Las empresas no son entidades ajenas a la vida y a la sociedad, por el contrario la componen y la desarrollan de muchas formas pues sin ellas las comunidades vivirían en una constante monotonía y sumidas en el subdesarrollo
No obstante, es imperiosamente necesario ampliar el concepto de estas empresas, pues no se trata de la muerte física, como es obvio advertir, si no más bien de elementos claves para una administración exitosa.

Se les denomina "empresas que matan" porque echan por tierra, a través del uso de su estilo particular, toda la experiencia acumulada de los profesionales que capta haciéndolos parecer torpes e ignorantes, aún cuando sus operaciones y resultados dejan mucho que desear.

Entre otras cosas, estas empresas:


  • Matan la iniciativa y la creatividad: Desaprueban cualquier propuesta, idea o sugerencia que se les haga para cambiar, mejorar o reingeniar un proceso. Obvian las explicaciones y se concretan a manifestar que esa es la forma en que se trabaja en esa empresa, dando con ello por terminada la conversación.
  • Matan la identificación: Exponen de manera abierta y directa el maltrato a propios y a extraños, demuestran poco respeto por la gente y su personal, aún cuando su consigna es la calidad.
  • Matan los sueños y expectativas: Ponen trabas para el desarrollo personal y profesional del individuo, no de manera directa, asignan metas a largo plazo que se yuxtaponen a las que su personal se ha establecido originalmente, basados en los elementos de la contratación, ahogando así deseo de crecimiento y superación que las mismas generaron.
  • Matan el trabajo en equipo: Mantienen una constante subdivisión del personal, haciendo y motivando comentarios negativos o de alerta con respecto a un área de la otra, alimentando con ello desconfianza y desinterés entre los miembros de la misma empresa.
  • Matan la comunicación: Cuestionan, reprenden e incluso amenazan a su personal en cuanto al manejo de la comunicación, impidiendo el intercambio profesional de correspondencia y dudando de la utilidad de la misma.
  • Matan la disponibilidad: Exigen sacrificios innecesarios a sus trabajadores, jornadas que superan las doce horas diarias, los siete días a la semana, privando de vida social y descanso a su personal.
  • Matan la planificación: Otorgan a todo el mismo nivel de prioridad, exigiendo los mismos plazos para ofrecer respuesta a diferentes requerimientos, sin importar para ello el nivel de dedicación que cada uno posea.
  • Matan la motivación: Al tratar a los empleados como meros peones en un tablero de ajedrez, sin valorar sus destrezas, potencialidades y habilidades, estas empresas destruyen los lazos que unen a las personas con su actividad y con ello la motivación que el individuo trajo consigo.
Como ya se ha señalado antes, las organizaciones no son entes distintos a las personas que lo integran, por lo que todas estas prácticas deshonestas son obra de la cultura y valores de los responsables de administrarlas, lo que hace casi imposible poder generar un verdadero cambio de actitud, ya que el mismo debe provenir de adentro hacia fuera, y ello resulta particularmente difícil.
Autor: Félix Socorro (extracto de artículo)

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