Un cambio es un proceso que nos lleva de una situación "A" a otra situación "B". Esto implica que cada una de las personas que debe hacer este recorrido, deberá aplicar cambios en su propio entorno, por pequeño que éste sea. Ahí entra la capacidad de liderazgo, influencia, persuasión, empatía, de los responsables de este proceso. Sin una adecuada comunicación, con elementos motivadores y procesos participativos que ayuden a involucrar a las personas, los responsables de la gestión de este proceso de cambio se van a encontrar "solos ante el peligro".
Cuando oímos que estamos en un proceso de cambio, o en un momento de cambio, o cualquier expresión similar, lo primero que nos puede ocurrir es que tengamos un cúmulo de sensaciones que, en función del puesto o cargo que ocupemos, aparecerán con más o menos potencia: "ya estamos como siempre", "ahora tendremos más recortes", "a ver con qué nos vienen", "¡otra vez , no!", y así hasta casi el infinitoPara involucrar a las personas es imprescindible:
- Ponerse en su lugar y ofrecer un futuro mejor que la realidad que aparezca si no se cambia, es decir, la posibilidad de obtener un beneficio (o al menos evitar un daño inminente).
- Disponer de un plan (hoja de ruta) claro, concreto, con plazos e hitos, etapas, etc. que aporten visibilidad de hacia dónde se va y cómo se está haciendo.
- Permitir que sean las propias personas afectadas las que participen en el rediseño de sus procedimientos internos de trabajo para facilitar todo este proceso.
Sólo así evitaremos a los "piratas", "boicoteadores", "los llaneros solitarios" e incluso es más probable que no nos encontremos "solos ante el peligro".
Autor: Xavier Hernández (Montaner & Asociados, Barcelona)
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