Ellas tienen más jornadas de trabajo que la inmensa mayoría de los hombres, en especial aquellas mujeres solteras, no divorciadasEl síndrome de la superwoman afecta sobre todo a mujeres, es aquel que deriva de la actitud de muchas mujeres, que bien por obligación o bien por devoción tratan de ser perfeccionistas, proactivas hasta el extremo y protagonistas de las situaciones habituales de la vida.
Son personas que lo dan todo en el trabajo y le dedican todo el tiempo sin escatimar esfuerzos en pos de un ideal, el del éxito y el reconocimiento en forma de responsabilidad. Necesitan sentirse las mejores y para conseguirlo no les duelen prendas a la hora de hipotecar otro tipo de necesidades relacionadas con el entorno social y afectivo que todo ser humano posee.
Pero no se queda ahí todo, sino que esa misma actitud la trasladan después a su entorno familiar, tratando de llegar a todo en sus respectivos hogares, el cuidado de los hijos, el mantenimiento de la casa, el control del buen funcionamiento de todos los aspectos logísticos relacionados con el ámbito más personal.
Siempre hemos sido conscientes que estas mujeres tienen cuatro jornadas de trabajo
La primera comienza en la madrugada y es levantarse temprano antes que todo el mundo, preparar el desayuno de todos, incluyendo el de los perros, gatos, aves y demás mascotas que hay cerca de la propiedad.
Después se dan a la tarea de despertar a todo el mundo, recodarles las asignaciones, días de juegos, uniformes que se tiene que poner, bultos que necesitan llevarse, leer las cartas de las maestras y velar que la higiene sea llevada a cabo con sus estándares, entre otras cosas.
Esta jornada laboral termina en el momento en que los niños son escoltados a las puertas de la o las escuelas de cada uno de los integrantes, no sin antes saludar, conversar y tolerar las conversaciones de aquellas que no están en esta categoría de Superwoman. No entraremos en este aspecto de envidia, chismes y otras situaciones que suceden, ya que muchas personas piensan que el peor enemigo de una mujer es otra mujer.
Su segunda jornada de trabajo comienza cuando llegan a la realización que todavía no se han maquillado, están insertadas en un tremendo tráfico que no se mueve. Los claxons son la orden del día, en la radio los comentaristas de las noticias.
Es en este primer momento de la mañana en donde nace el término pueblerino de "multi tasking", que no es más que hacer varias cosas a la vez y completarlas todas, e inclusive ya ir ordenando proyectos y tareas de otros roles diarios.
Aunque el término pueblerino no es correcto científicamente hablando, en especial con las mujeres que están en un constante desenvolvimiento multifacético de madre, esposa, amiga, hermana, empresaria, salvadora de animales y sobre todo en tener el balance en los roles antes mencionados.
Su tercer turno comienza en el momento en que llegan al sitio de trabajo. En cuestión de segundos el rostro se transforma, la actitud se modifica y el caminar es uno totalmente diferente. Es en ese momento en donde la coraza se activa, el radar de interpretar símbolos e ideas que no se verbalizan se pone en todo su apogeo y los milagros que otros no pueden lograr comienzan a desfilar por la pasarela del escritorio.
Al salir de este turno comienza el último turno, en donde, aunque es ley el no pensar mientras conducen se las ingenian para hacerlo. La memoria se activa en todo su esplendor y comienzan a realizar las llamadas correspondientes a sus amistades, padres, a repasar qué está pendiente, a coordinar algunas con sus parejas la recogida y la entrega de sus hijos en sus compromisos extracurriculares, por mencionar algunas actividades.
En el momento en donde abren la puerta de la entrada del hogar, es cuando se activan los poderes innatos de una madre. Es cuando se quitan el uniforme de su turno anterior y comienza el turno más tierno y retador de todos.
En el mismo no sólo tienen que confeccionar un menú diferente diario, se convierten en tutoras, científicas, psicólogas, en el resuélvelo todo, encuentran todo lo que se pierde, son doctoras honorarias, enfermeras de vocación y banqueras por necesidad. A su vez, son cuentistas a la hora de dormir, limpian la casa en cuestión de segundos y planificadoras por obligación.
El síndrome de Superwoman no es normal, algunos dicen que es parte del ADN de la mujer. Para nosotros es simplemente un estado de conciencia, inspirado por la necesidad, ejecutado por osmosis y guiado por el amor incondicional que nace de la conexión divina de una barriga, de dar vida a otro ser.
Sin embargo, en ocasiones, la Superwoman puede sentir que no está siendo eficiente y efectiva, o que hay algo que está dejando al descubierto. Algo nada más lejos de la verdad, ya que hace lo mejor posible con las herramientas que tiene.
Autor: DragonLFY Group (extracto del artículo modificado)
Visto en: wserranob.wordpress.com
síndrome superwoman, necesidad de tenerlo todo bajo control, perfeccionismo, meticulosidad, el conjunto de obligaciones crece alarmantemente, nos cuesta decir que no.
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