Los especialistas en Recursos Humanos nos traen 3 reglas a seguir en estos casos:
- El empleado: debe respirar hondo y cambiar la actitud. El despido es la última carta, aunque sepa que no se puede despedir con justa causa tan sólo porque el empleado tiene mal genio.
- El jefe: si el jefe valora el trabajo del empleado, a pesar de su malhumor, puede conversar con él acerca de sus reacciones y pedirle que intente revertirlas. Si esto no sucede, puede cambiarlo de sector, a un lugar que no esté tan expuesto.
- Advertencias: si no modifica su actitud y no se encuentra otra alternativa, el empleado puede perder el trabajo. Pero antes de eso, se debe evaluar si se trata de un estado de ánimo transitorio o un rasgo de carácter. Esta última opción es la que no tiene retorno.
Fuente: Empresas Pymes Blog
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