Hace unos días, llamaron a la puerta de mi casa, abrí y me encontré un joven que dijo:
Buenos días soy de Iberdrola y vengo a comprobar la factura, al tiempo que blandía rápidamente una especie de identificación que, en efecto, incorporaba el logo de IberdrolaEsta fue la conversación:
- Buenos días soy de Iberdrola y vengo a comprobar la factura
- Eso es mentira -repliqué yo-
- ¿Cómo dice? balbuceó el joven
- Si fueras de Iberdrola, sabrías mi facturación y todos los datos de las facturas antes que yo mismo, no necesitarías venir hasta aquí para comprobar ningún dato
- Es que vengo a ofrecerle un descuento que puede llegar al 10% si me enseña su factura....
- Espera, dije cortando el argumento. Si Iberdrola quiere hacerme un descuento, no tengo ninguna pega, dile a tus jefes que pueden hacerme todos los descuentos que deseen sin mi permiso expreso, si quieres que firme algo, es porque NECESITAS que firme, y por lo tanto voy a pagar más por lo que no pienso hacerlo
- El joven murmuró algo incomprensible para mi y se marchó
Este tipo de venta es incorrecta, mal dirigida, que quema al vendedor, desanima a los clientes y sobre todo hunde en el lodo la imagen de la profesión.
No me cabe duda que la mayoría de los vendedores de este sector lo hacen porque necesitan trabajar y es la única disculpa en los tiempos que corren, pero reitero mi consejo de huir de estas prácticas lo antes posible.
Si los clientes son de repetición, creo que tenemos que mejorar el precio sin decir nada y después de servir el siguiente pedido, visitarlo con el albarán en mano y decirle: Habrá visto que ha venido el producto más económico, es el mismo sin cambios, excepto el precio, el mercado está a la baja y le hemos trasladado el beneficio de la bajada de costes de los proveedores.
Fuente: Vendedores y Comerciales (extracto del artículo)
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