El propio cuerpo nos mandará mensajes o correos: olvídense del iPhone, porque podremos tener el teléfono dentro de la cabeza.
Un mundo sin oficinas para trabajar, con avatares personales, colaboración con personas que no conocemos o medicinas que imprimimos en casa con impresoras 3D. Así será el mundo en el 2025, un lugar muy distinto al actual gracias a la tecnología hiperconectada y al inmenso flujo de datos.
Si el mundo sobrevive a la fecha fatídica del 21/12/2012 (siempre que los mayas estén equivocados en sus profecías apocalípticas), dentro de sólo trece años será completamente diferente a como lo conocemos ahora, gracias a la tecnología hiperconectada y al inmenso flujo de datos.Todo lo anterior queda reflejado en Generation IP: 2025, un estudio elaborado por Virgin Media Business y The Future Laboratory, que explora asuntos como la relación entre datos y conectividad, los nuevos modelos laborales en los que los trabajadores tienen todo el control o el acceso de los ciudadanos a servicios públicos como la sanidad.
Según publica Baquia, en 2025 hablar de “big data” no será suficiente. Habrá más de 100 zetabytes de información, equivalente a 36.000 millones de años grabados en vídeo HD. Eso, unido a la hiperconectividad (esperemos que por entonces ya nos hayamos pasado a iPv6) nos da un futuro donde nuestras formas de trabajar y relacionarnos serán totalmente distintas a las actuales.
En 2025 podríamos vivir bajo las siguientes características:
- No hará falta ir al hospital, porque podremos monitorizar nuestro estado de salud desde casa, e incluso imprimir medicamentos personalizados por el médico en una impresora 3D.
- Tampoco habrá oficinas ni horarios fijos de trabajo. La movilidad y la colaboración definirán el empleo. Los puntos de conexión estarán en todas partes. Se llevará el "súper crowdsourcing" para sacar adelante grandes proyectos en tiempo récord. Hologramas y avatares serán herramientas de trabajo.
- Todo en las casas estará tecnificado: desde frigoríficos que nos dicen cuánta leche queda hasta recreaciones virtuales de un amanecer en el campo, pasando por el control del consumo energético.
- Debajo de nuestra piel también habrá tecnología: sensores en el cuerpo y en los gadgets miniaturizados recogerán nuestro estado vital, como si lleváramos un médico en el bolsillo. También recogerán experiencias satisfactorias y las reproducirán para que podamos volver a disfrutarlas. Y el propio cuerpo nos mandará mensajes o correos: olvídense del iPhone, porque podremos tener el teléfono dentro de la cabeza.
- En las ciudades inteligentes, la información también será abundante y fácilmente accesible.
¿Ciencia ficción? Tendremos que esperar trece años para saberlo.
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