Los centros de atención al cliente de las grandes empresas garantizan un anonimato que pretenden suplantar con palabras melosas y trucos de la psicología conductista.
El sistema de los call centers tiene un esquema exactamente igual en todas las empresas. Los empleados de los call centers desconocen la realidad del país al que "atienden", porque simplemente no están y tal vez no hayan estado nunca en el lugar en el que el cliente se encuentra. Los talleres técnicos también se ocultan, son inaccesibles y los clientes no saben siquiera si están en su propio país o en otro lugar del mundo. Para evitar todo contacto contaminante con el cliente, suelen utilizar servicios de correo internacionales para la recepción y envío de equipos a reparar.
Por otra parte, los empleados de call center disfrazan el trato despersonalizado con una cargosa amabilidad, melosa y desagradable que consiste en técnicas burdas de la psicología conductista estadounidense. Todo consiste en nombrar al cliente unas diez veces por minuto y en presentarse otro tanto con nombre y apellido, como si alguien a quien la computadora lo dejó de a pié fuera a anotar el nombre de una empleada en Colombia o en Singapur que nunca volverá a aparecer. Es la primera estafa al cliente, hacerle creer que utilizar veinte veces el "a su servicio", "estamos a su disposición" es una forma de atenderlo bien. Entre la realidad y los sueños hay una distancia muy grande. Pero además, tomar de estúpidos a los clientes es un mal signo para el futuro.
Autor: Rubén Levenberg
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