La flexibilidad y la actualización se han convertido en requisitos indispensables en el mundo laboral tanto para candidatos como para empresas.
En una época de constante cambio, innovaciones tecnológicas, especialización de las tareas y nuevos modelos empresariales, el individuo se encuentra, constantemente, con que sus conocimientos o habilidades ya no son suficientes.
El trabajo para toda la vida ha quedado atrás y sólo evoca el recuerdo de tiempos donde las personas, con nombres y apellidos, resultaban imprescindibles en su puesto de trabajo.
De la noche a la mañana estas personas son un número o nómina más en la empresa y tienen que luchar para mantener su empleo, fácilmente sustituibles por alguien más preparado, más joven o hijo de alguien. ¿Qué está pasando?
Concepto de empleabilidad
"Llamaremos empleabilidad al potencial que tiene un determinado individuo (perfil profesional) en ser solicitado y deseado por la empresa o a la capacidad de determinado individuo de obtener la máxima responsabilidad de su perfil. En todo caso, es el individuo el primer interesado en su empleabilidad, para trabajar sobre ella ha de cuidar tres cosas: conocerse, formarse y venderse. Cualquiera de estos tres factores sin los otros dos implica una empleabilidad coja, defectuosa de partida" (Griker Orgemer, en Mundo Laboral).
Por tanto, se relaciona la empleabilidad con la capacidad para encontrar un trabajo pero también para saber mantenerlo.
A la hora de acceder a un empleo, Cáritas señala tres factores:
Oportunidad: estar en el lugar y momento adecuado para acceder a un puesto de trabajo, disponiendo de la información oportuna sobre una oferta de empleo concreta.
Concurrencia: número de personas que buscan un empleo en algún puesto concreto. Así, cuanto mayor sea la oferta y menor la demanda más posibilidades habrá de encontrar un empleo.
Competencia: capacidad de desempeñar un puesto de trabajo. Cuanto más se aproxime al perfil solicitado, más posibilidades tendrá el candidato de acceder al puesto.
Elementos de la empleabilidad
Siguiendo a Cáritas, la empleabilidad está compuesta, básicamente, por elementos subjetivos o personales y objetivos o del entorno.
Los elementos subjetivos o personales está formados por:
- Actitudes: o "predisposición aprendida a responder de un modo consistente a un objeto social" (Eiser, JR).
- Competencias personales y profesionales: "conjunto de comportamientos, habilidades, conocimientos y actitudes que favorecen el correcto desempeño del trabajo y que la organización tiene interés en desarrollar o reconocer en sus colaboradores de cara a la consecución de objetivos estratégicos de la empresa" (Alamillo y Villamor).
En cuanto a elementos objetivos encontramos:
- Elementos sociales: contexto de la persona que influye en sus actitudes y competencias personales y profesionales, etiquetándola.
Cómo mejorar el grado de empleabilidad
Entonces, ante este panorama, ¿cómo puede mejorar el individuo su empleabilidad?
En primer lugar, el autoconocimiento. Es indispensable que el individuo se analice y conozca sus competencias personales y profesionales, así como sus actitudes, puentes fuertes y puntos débiles.
En segundo lugar, y una vez analizados los elementos subjetivos, es necesario establecer una comparación entre lo que se tiene y lo que se espera en el mundo laboral.
Ponerse al tanto del perfil del puesto al que se quiere acceder o mejorar en el que ya se tiene, sabiendo los conocimientos, habilidades, actitudes y aptitudes que se exigen. Conocer la formación, en el caso de que sea necesario, que se necesita para mejorar. En definitiva, establecer un plan de acción que acerque al individuo al candidato perfecto para el puesto u ocupación.
Los factores de la empleabilidad
De manos de Sergio Miquel Martínez, director de RRHH del Grupo Emsur, "las bases de la empleabilidad" son:
1- Pensar siempre en positivo, pues nadie contrata a pesimistas.
2- No sentirse como un parado, sino a caballo entre dos trabajos. Hay que aprovechar el tiempo y trabajar la empleabilidad mediante la mejora de las competencias.
3- Escoger aquellas facetas que más se dominan y centrarse en ellas.
4- Utilizar contactos y relaciones. Es la fuente más rica para conocer información del puesto de primera mano. También el networking, en las redes sociales, puede ayudar.
5- Promocionarse de la mejor manera posible, hacerse una marca personal.
6- Acudir a un experto en orientación profesional que ayude en el proceso de búsqueda de empleo.
Se concluye entonces, que tanto el individuo como la empresa deben estar interesados en el desarrollo de la empleabilidad. Al primero le interesa acceder al puesto deseado, para lo que tiene que trabajar sus competencias y, a la empresa, le interesa trabajadores competentes, motivados y alineados con la estrategia empresarial, por lo que es necesario cuidar también el activo humano.
Autor: Ana María Martínez Zapata
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