El museo del adobe se le podría catalogar a esta población, una combinación de lo que fue y de lo que pudo serUno de los despoblados más bonitos de España es sin lugar a dudas este pueblo de Navapalos, situado en la margen izquierda del río Duero.
Bellísimas construcciones que agonizan se mezclan con otras a medio rehabilitar y algunas recuperadas del todo con técnicas constructivas muy novedosas.
Situado en un llano, unos metros por encima de la orilla del río Duero, unas veinte viviendas llegaron a componer Navapalos en sus mejores tiempos, dedicados a la agricultura (trigo y cebada principalmente) y a la ganadería (ovejas).
El médico acudía desde Fresno de Caracena
El cartero venía desde el Burgo de Osma en bicicleta
La caza (conejos y perdices) y la pesca (barbos y truchas) era un buen complemento para las cocinas de las casas. Había muchas plantas de lavanda en su término de cuyas flores se extraía la esencia utilizada para productos de cosmética. Flores que se destilaban en Vildé y que después de un proceso acababan en Andalucia.
Celebraban sus fiestas patronales los días 16 y 17 de septiembre en honor a San Pedro Advincula. Fiestas muy concurridas por las gentes de los pueblos de alrededor, donde no faltaba la misa y procesión, además del baile en la plaza, donde dos acordeonistas hacían bailar a los presentes. Como complemento se realizaban torneos de bolos, de tanguilla y de pelota a mano.
El cura venía desde el cercano pueblo de La Rasa a oficiar los actos religiosos, siendo don Jacinto el último cura que acudió a oficiar misa en Navapalos, venía desde El Burgo de Osma en coche.
El médico acudía desde Fresno de Caracena.
El cartero venía desde El Burgo de Osma en bicicleta.
A La Rasa se desplazaban los vecinos a comprar a la tienda de comestibles que allí había.
Desde La Rasa y desde Vildé venían vendedores ambulantes con furgonetas ofreciendo todo tipo de productos que no había en el pueblo (comestibles, droguería, etc.).
A la izquierda el ayuntamiento que compartía edificio con la oficina de correos. Al fondo la casa del tío Martín y la casa del tío Alejo, fueron de los que aguantaron hasta el final en Navapalos. Martín murió en el pueblo y Alejo se marchó con un hijo a El Burgo de Osma
Desde Osma venía el panadero con una furgoneta y desde El Burgo llegaba también un frutero, otros vendedores se dejaban ver de vez en cuando también por allí como un señor que iba vendiendo miel en una moto.
Como en toda la comarca de El Burgo, la emigración sacudió de lleno a Navapalos, marchándose sus vecinos en busca de un futuro mejor a las capitales (Barcelona, Madrid, Zaragoza, Bilbao), así en los últimos años sólo quedaban en el pueblo cuatro casas abiertas: la del tío Martín, la del tío Alejo, la del tío Eusebio y la casa del pastor (Joaquín). Maria Silleras fue la última en marchar de Navapalos; al morir su marido (Eusebio), estuvo un año más viviendo en el pueblo hasta que se marchó a La Rasa con una hija. Hecho que aconteció en el año 1974.
Junto al olmo, en una tarima, se situaban los músicos en las fiestas
El pueblo se mantuvo unos años en el olvido más absoluto hasta que apareció por allí Erhard Rohmer, un arquitecto alemán, presidente de la ONG : Inter-acción- Fundación Navapalos, que en 1984 se fijó en Navapalos para rehabilitar el pueblo con técnicas y materiales antiguos (adobe y tapial) complementado con energías innovadoras (arquitectura bioclimática y energías renovables y limpias), así consiguieron recuperar varios edificios, a la vez que se realizaban campos de trabajo en verano con alumnos venidos de todas partes que se interesaban en estas técnicas y aprendían a trabajar el adobe. Después de estar unos años funcionando el proyecto se paró debido a la falta de subvenciones, no hay movimiento veraniego de talleres, ni cursos y en la actualidad sólo una persona habita de forma permanente Navapalos en espera de que todo se vuelva a poner en marcha.
Autor: Faustino Calderón
Fuente: Pueblos deshabitados
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