Un león, que estaba ya muy viejo, era el rey de un hermoso bosque, lleno de árboles y de hierba. El león, debido a sus achaques, tenía dificultades para alimentarse, pues le costaba mucho trabajo cazarUn día llegó al bosque una numerosa manada de burros y pidieron licencia al león para establecerse en él, ofreciéndole a cambio que cada vez que tuviera hambre le entregarían un burro para que se lo comiera.
Después de pensarlo unos momentos, dijo el león:
"De acuerdo, pero ha de ser el burro más inteligente, elegido en sufragio universal por la manada".
Extrañó a los burros la condición impuesta por el león, y le dijeron:
"¿Acaso no quieres el tributo para comértelo. Que más te da entonces que sea inteligente?".
Y contestó el león:
"Si cada vez que me alimento me como el más listo de los burros de la manada, los demás evitarán toda tentación de hacer alarde de inteligencia y mucho menos de intentar sobresalir para derrocarme como rey. Así tendré garantizada mi tranquilidad por mucho tiempo".
Otro tanto ocurre con los políticos y otras colectividades humanas, cuando han de completar una organización y designar a sus nuevos dirigentes. Los líderes procuran rodearse de mediocridades, para que no les hagan a ellos sombra y les pongan en dificultades y rehuyen a las personas demasiado inteligentes. Por eso, si uno aspira a medrar en la política, o en cualquier otra actividad, tiene que procurar no parecer más listo de lo imprescindible, no vaya a ser que el que manda lo considere un peligro para él.
Recuerda el dicho de los eclesiásticos con ocasión de la elección de un nuevo Papa:
"El que entra papa en el cónclave, sale cardenal". Y no olvides nunca que el estado Vaticano, y posiblemente el Cielo, son los únicos sitios en los que los cajeros automáticos dan los saldos de las cuentas en latín, o sea, en números romanos.
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