Cualquier trabajador tiene una debilidad que dificulta su vida profesional y dicha debilidad no desaparece por el simple hecho de cambiar de trabajo. Un mismo problema vuelve a reaparecer en un contexto diferente porque la persona no lo ha tratado, ni lo ha trabajado.
Todos tenemos una debilidad porque las personas no somos máquinas. Por tanto, todo trabajador tiene fortalezas que cultivar y potenciar y también, debilidades que puede trabajar para minimizar. Sin embargo, como muestra el Síndrome de Aquiles, todo aquello a lo que te resistes, persisteCuando tu mecanismo de defensa para protegerte de un malestar emocional que vives en horario de oficina es taparlo e ignorarlo, entonces, estás logrando que tu talón de Aquiles sea cada vez, más y más fuerte.
Ejemplo
Por ejemplo, una persona que tiene miedo a hacer el ridículo en una reunión de trabajo, nunca toma la palabra para aportar sus ideas y siempre se queda en un segundo plano. Sin embargo, esta actitud le lleva a encerrarse en sí misma y a frustrarse por sentir que sus ideas no se tienen en cuenta en esa empresa. El trabajador empieza a sentirse invisible sin darse cuenta de que puede afrontar la situación con otra actitud.
Del mismo modo, las personas que tienen miedo a los conflictos en la empresa, siempre se callan lo que piensan en una discusión laboral con un compañero. Esta evitación al conflicto conduce a la persona al sufrimiento y a la ansiedad.
Todo aquello que reprimes se hace más y más fuerte. Por tanto, se convierte en ese talón de Aquiles que dificulta tu vida laboral.
Afronta tus debilidades
El reto de afrontar las debilidades es posible, en primer lugar, tomando conciencia de cuál es ese punto débil. En segundo lugar, recuerda que el primer paso es el más difícil pero luego el camino es más sencillo.
Autor: Maite Nicuesa
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